Ante la crónica de una suspensión de pagos anunciada, Grecia
sorprendió este martes a Europa con un movimiento inesperado. El primer
ministro Alexis Tsipras
pidió, casi a la desesperada, un tercer rescate, una ampliación del
programa actual mientras se llega a un acuerdo, y un alivio de la deuda.
El Eurogrupo no aceptó ese envite político: Europa considera que tiene a
Tsipras contra las cuerdas y quiere cobrarse la pieza tras varios meses
de tensión.
Los socios del euro ya no ven posible una prórroga, y quieren esperar
al resultado del referéndum del domingo para empezar a discutir el
tercer rescate. Atenas se comprometió a enviar una nueva propuesta más
detallada, que examinará hoy de nuevo el Eurogrupo. Grecia consigue así
detener el reloj al menos unas horas, pero se enfrenta a una situación
potencialmente explosiva.
Una de las características de la tragedia clásica es que generalmente
terminará en un desenlace funesto sean cuales sean las decisiones que
tomen sus protagonistas, recordaba hace unos días un influyente think tank
de Bruselas. Alexis Tsipras intentó cambiar el curso de la saga griega
con una jugada sorprendente para convertir la tragedia griega en algo
distinto. No lo consiguió. Grecia remató una semana marcada por una
vorágine de giros copernicanos reclamando un tercer rescate completo a
los socios europeos, una propuesta que funcionó como una petición de
socorro de último minuto, casi a la desesperada.
El Eurogrupo, con los ministros de Finanzas de la eurozona en pleno,
rechazó el envite con cajas destempladas: con alguna intervención
durísima ante las peticiones Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas
heleno. Varoufakis propuso incluso la retirada del referéndum sobre la
propuesta europea a cambio del sí de los socios, según uno de los
ministros del Eurogrupo. Tampoco ese órdago dio ningún resultado.
fuente: elpais.com
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