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Nazis en Chile: Walter Rauff, criminal de guerra

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15/10/2021

Walter Rauff, (también escrito Walther; Köthen, Imperio Alemán, 19 de junio de 1906-Santiago de Chile, 14 de mayo de 1984), fue un SS-Standartenführer, espía y empresario alemán. Vivió en la comuna de Porvenir, provincia de Tierra del Fuego, Chile, donde administró una empresa manufacturera de centolla en los años 60. Se le responsabiliza por la muerte de medio millón de personas en Auschwitz.

A fines de 2011, y luego de que se filtraran varios documentos del BND que confirmaban que otro criminal nazi, Klaus Barbie (amigo de Rauff y asentado en Bolivia) había estado a sueldo del organismo de espionaje, el BND desclasificó una serie de antecedentes sobre Rauff, pero no todos. El BND posee una amplia documentación al respecto, pero sólo puso a disposición del público 13 de ellos.

Nacido en 1906, Rauff se unió en 1924 a la antigua Reichsmarine (la Armada), gracias a lo cual conoció toda América Latina. En 1938 Reynhard Heydrich, el todopoderoso jefe del SD (y luego RSHA, el sistema de inteligencia de las SS) lo contrató en su equipo, llegando a ser jefe de la sección II (dedicada a asuntos técnicos), en la cual Rauff no escatimó esfuerzos para buscar una forma más eficiente de matar personas en masa.

Según detalla el reporte signado como KV2/1970, realizado por el servicio de inteligencia interior británico, el famoso MI5, para ello Rauff tomó como modelo el sistema de “eutanasia” Tiergartenstrasse-4 (T-4), que se utilizó entre 1939 y 1941 para matar a más de 200.000 enfermos mentales (la mayoría de ellos alemanes) introduciéndolos en cámaras donde eran gaseados con monóxido de carbono. Rauff propuso crear cámaras móviles de gas, con las que se calcula que 97 mil prisioneros fueron asesinados a través de esta “técnica”.

En julio de 1942 fue enviado a Túnez y a mediados de 1943 recibió una nueva destinación, como jefe del Gruppe Oberitalien Westen (GOW); es decir, el Grupo de Italia Norte, donde junto al general Karl Wolff inició una serie de contactos clandestinos con el Vaticano y de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) de Estados Unidos, con base en Suiza, a fin de rendir el ejército alemán acantonado en Italia, lo que hicieron a fines de abril de 1945.

Rauff estuvo a punto de ser linchado por una turbamulta que asaltó las instalaciones del servicio secreto alemán, pero fue rescatado en la madrugada por las tropas estadounidenses. Allí quedó en manos de las “Fuerza S” de Verona, equipo conjunto formado por la OSS y el Servicio Secreto Británico.

Rauff fue internado junto a varios otros oficiales nazis en el campo de detención de Rimini, desde el cual se fugó en diciembre de 1946. Respecto de su fuga, lo único que Rauff mencionó alguna vez es que fue ayudado por un sacerdote de Nápoles, gracias al cual llegó a Roma.

Una vez en la capital del antiguo imperio, los amigos católicos de Rauff le tendieron la mano una vez más y así fue como el obispo pro nazi Alois Hudal lo escondió por casi dos años y juntos montaron todos el aparataje de transferencia de nazis a América Latina, a través de organizaciones como la Cruz Roja y Caritas.

En julio de 1948, el Jefe del Ejército sirio Hosni Al-Zaim envió a un capitán a Roma, con el fin de reclutar especialistas en inteligencia para reorganizar dicho servicio en sus filas. Rauff fue contratado para tal fin y así fue como en noviembre de ese año partió junto a toda su familia a medio oriente, instalándose como asesor del Al-Zaim en materias de inteligencia, período en el cual no sólo trabajó para sus mandantes, sino también para el MI6, el servicio de inteligencia exterior británico. 
 
En agosto de 1949, Al-Zaim fue derrocado y Rauff consiguió ser deportado a El Líbano, donde permaneció algunos meses, hasta que retornó a Roma, lugar en que se produjo quizá el episodio más insólito de su carrera. En 1993, el ex presidente de la Comisión de energía nuclear de Israel, Shalhevet Freier, relató que a fines de 1949, cuando era director del departamento político de la cancillería de su país (aunque en realidad pertenecía al Mossad), fue enviado a Italia, donde contrató a Rauff para que escribiera un informe respecto de las Fuerzas Armadas sirias y los esfuerzos de ese país por construir una central nuclear.

Todos estos antecedentes fueron ampliados posteriormente por el diario Haaretz.

En 1949 se fue a Quito, y en 1957, según el escritor Gerald Posner, Rauff viajó a Santiago por una semana, ocasión en la cual se habría reunido con otros dos connotados nazis: Joseph Mengele y Hans Ulrich Rudel, con los cuales permaneció una semana en la capital chilena. Sus dos hijos mayores ya se encontraban en el país desde 1954, cuando Alfred ingresó a la escuela de Oficiales de la Armada y su hijo Walther (posteriormente) a la Escuela de Oficiales del Ejército.

Los documentos del BND

Según la documentación desclasificada por los alemanes, en Ecuador Rauff se desempeñó en diversos oficios, pero siempre en compañías de capitales alemanes, como Mercedes Benz y Opel, aunque también estuvo en una farmacéutica norteamericana. En el documento 7, él mismo dice que mandó a sus hijos a Chile “para asegurarles una educación decente” y agrega que “por razones familiares decidí mover mi residencia a Santiago en octubre de 1958”, aunque dos meses antes ya había iniciado las negociaciones con el BND, cuando Rauff fue propuesto como “fuente política” para el BND, servicio de inteligencia que era conocido como “La Organización Gehlen” o “Gehlen Org”, por el nombre de su creador, el general naziReinhard Gehlen. De acuerdo al documento 1, quien propuso su nombre era un agente sólo identificado como “V-7318”.

El documento 13 (quizá el más interesante de todos, confeccionado en 1984, tras la muerte de Rauff) relata que “V-7318” era nada menos que el traficante de armas Wilhelm Beissner, un ex oficial de la RSHA que, al igual que Rauff, había escapado de una prisión norteamericana, luego de lo cual había huido a El Cairo, donde comenzó su carrera de traficante, consiguiendo armas alemanas capturadas en Checoslovaquia, para vendérselas a los nacionalistas árabes. Personaje excéntrico y ligado a lo más oscuro del tráfico armamentista, el reporte dice que en 1960 Beissner fue objeto de un atentado en Munich, que le costó una pierna, y el cual si bien fue perpetrado por sicarios franceses, se cree que fue digitado por Israel.

 


Exsecretaria de campo de concentración de 96 años intenta huir previo a su juicio

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30/09/2021

Al final de una jornada rocambolesca, el tribunal de Itzehoe (norte) ordenó prisión provisional para la acusada, cuyo juicio se reanudará el 19 de octubre.

El jueves por la mañana, 20 minutos después de la hora prevista para su juicio en la ciudad de Itzehoe, en el norte de Alemania, el presidente de la corte anunció que la acusada se había dado a la fuga y que se lanzó una orden de arresto en su contra.

“Abandonó su hogar (para personas de la tercera edad) esta mañana. Tomó un taxi”, precisó Milhoffer.

Irmgard Furchner, que en el momento de los crímenes que se le imputan tenía entre 18 y 19 años, será la primera mujer involucrada en el nazismo en ser juzgada desde hace décadas en el país.

Este juicio precederá al de un centenario, un exguardia del campo de concentración nazi de Sachsenhausen, cerca de Berlín, que comenzará dentro de una semana.

Hasta ahora Alemania, que durante mucho tiempo fue reacia a encontrar a sus criminales de guerra, nunca había juzgado a exnazis tan ancianos.

Se debe llevar a cabo además en vísperas del 75º aniversario de la condena a muerte por ahorcamiento en Núremberg de 12 de los principales dirigentes del Tercer Reich. 

Órdenes de ejecución

Según la revista Der Spiegel, la acusada ya había informado a la Justicia de sus intenciones de escaparse, con una carta enviada hace unas semanas al presidente del tribunal.

En la misiva, aseguró que “boicotearía el proceso, (…) ya que sería degradante para ella si participaba en él”, explicó a la AFP el abogado Christoph Rückel, que representa jurídicamente desde hace años a los sobrevivientes de la Shoah.

Este comportamiento generó indignación. “Esto muestra menosprecio hacia los sobrevivientes y el Estado de derecho”, sostuvo Rückel.

“Aunque esta mujer sea muy mayor, ¿el tribunal no debería haber tomado más precauciones?”, se preguntó el abogado.

“Si está en suficiente buen estado para huir, ¡está en suficiente buen estado para ir a la prisión!”, dijo, por su lado, Efraim Zuroff, presidente del Centro Simon Wiesenthal, que persigue judicialmente a los nazis todavía vivos.

La acusación reprocha a la nonagenaria haber participado en el asesinato de detenidos en el campo de concentración de Stutthof, en la actual Polonia, donde trabajaba como dactilógrafa y secretaria del comandante del campo, Paul Werner Hoppe, entre junio de 1943 y abril de 1945.

Unas 65.000 personas murieron en el campo, cerca de la ciudad de Gdansk, entre ellos “prisioneros judíos, partisanos polacos y prisioneros de guerra rusos soviéticos”, según la fiscalía.

Según Rückel, “ella se encargó de toda la correspondencia del comandante del campo”.

“También mecanografió las órdenes de ejecución y deportación y puso sus iniciales”, aseguró a la cadena regional pública NDR.

Tras un largo procedimiento, la justicia estimó en febrero que la anciana era apta para comparecer pese a su edad avanzada. Pero las vistas judiciales deberían limitarse a unas horas diarias. 

Muerte de sospechosos

Setenta y seis años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la justicia alemana sigue buscando a excriminales nazis aún vivos.

Distintas fiscalías alemanas examinan actualmente ocho casos que implican en particular a exempleados de los campos de Buchenwald y Ravensbrück, indicó la oficina central para la aclaración de crímenes del nacionalsocialismo a la AFP.

En los últimos años, varios procesos tuvieron que ser abandonados por la muerte de los sospechosos o su incapacidad física para comparecer ante los tribunales.

Pero aunque Alemania ha condenado en los últimos diez años a cuatro exguardias o empleados de los campos nazis de Sobibor, Auschwitz y Stutthof, ha juzgado a muy pocas mujeres implicadas en la maquinaria nazi, según los historiadores.

 

La compleja restitución de las obras de arte expoliadas por los nazis

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10/11/2017

 
La restitución de las obras de arte pertenecientes a familias judías expoliadas por los nazis sigue lentamente su curso desde hace 70 años, a ritmo de investigaciones, hallazgos y procesos judiciales.

- Pillaje nazi -

Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis expoliaron metódicamente las obras de arte de judíos, que eran revendidas, coleccionadas por altos dirigentes o destinadas al megaproyecto "Führermuseum" en Linz (Austria).

Poco después del conflicto, el trabajo de los "Monuments men", un grupo de expertos enviados por Estados Unidos, así como el proceso de restitución que emprendieron los países que habían sido ocupados, permitieron devolver a sus propietarios una mayoría de las piezas hurtadas.

Pero de las 650.000 obras robadas, alrededor de 100.000 siguen sin haber sido restituidas, según cifras publicadas durante una conferencia internacional celebrada en República checa en 2009.

- Las anotaciones secretas de Rose Valland -

En Francia ocupada, las obras confiscadas transitaban por el museo Jeu de Paume de París, antes de ser enviadas a Alemania. Gracias al inventario clandestino elaborado por una encargada de conservación, Rose Valland, 45.000 obras pudieron ser recuperadas y las tres cuartas partes restituidas, según informó el Senado francés en 2013.

Entre las piezas "huérfanas", algunas fueron vendidas y más de 2.000 obtuvieron un estatuto especial para ser confiadas de forma provisional a los museos del Estado.

Durante los siguientes 40 años, no sucedió nada.

- La Declaración de Washington -

Esta parálisis es comparable a la que se instaló en Europa y en el mundo del arte, en un contexto de Guerra Fría y de procesos de restitución demasiado largos y complejos.

En los años 1990, sin embargo, las cosas empiezan a moverse con la desclasificación de miles de archivos, los estudios universitarios y hasta la publicación de una base de datos en internet ("the art loss register").

En 1998, 44 Estados firman la Declaración de Washington por la que se comprometen a hallar y en la medida de lo posible, restituir, las obras robadas por los nazis, principios reafirmados en 2009 en República checa.

Como consecuencia, se crean comisiones especiales y se amplía la legislación sobre la materia, como en Estados Unidos, donde una ley de 2016 prolongó el plazo para reclamar la restitución de una obra expoliada por los nazis.

Austria, por su parte, estima haber devuelto unas 10.000 obras procedentes de sus colecciones públicas desde la aprobación de una ley de 1998.

- Los 'Klimt' arrancados de Austria -

Entre estas piezas restituidas, cinco obras maestras de Gustav Klimt, dos de ellas retratos de Adele Bloch-Bauer, fueron objeto de una ardua batalla judicial entre Maria Altmann, heredera estadounidense de una familia judía expoliada, y la Galería Österreichische.

Este museo se reivindicaba propietario de los cuadros, al asegurar que Adele Bloch-Bauer se los había legado, mientras Altmann defendía que las pinturas solo habían pertenecido a su tío Ferdinand Bloch-Bauer, esposo de Adele.

Los Klimt acabaron por ser restituidos en 2006 y el principal retrato fue vendido posteriormente por una suma estimada en 135 millones de dólares. La historia fue adaptada al cine en 2015 en "La dama de oro", del británico Simon Curtis.

- El tesoro de Gurlitt -

Otro asunto emblemático se dio cuando las aduanas alemanas descubrieron en 2012 un tesoro de 1.500 dibujos, cuadros y grabados en sendas residencias en Alemania y Austria de Cornelius Gurlitt, cuyo padre fue un comerciante de arte al servicio del régimen nazi.

Fallecido en 2014, Gurlitt designó al Museo de las Artes de Berna (Suiza) como heredero de su colección, pero Alemania aún conserva 500 obras de origen litigioso.

Las restituciones son complicadas por la dificultad de recomponer el recorrido de las obras y la prescripción de 30 años, a partir de los cuales la propiedad de una obra de arte ya no puede ser reclamada en Alemania.

Sin embargo, en la práctica algunos casos se han sacado adelante, como cuatro obras del tesoro de Gurlitt que fueron restituidas, como "Mujer sentada", de Henri Matisse, entregada a la familia del coleccionista francés Paul Rosenberg.

El día que los nazis ganaron en la BBC

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25/02/2017


Noviembre de 1941. En The Mall, la calzada que lleva a Buckingham, los nazis preparan un gran desfile con quienes son ahora sus aliados, los rusos, al que asistirá el mariscal supremo soviético, Zukov. El palacio de los monarcas ingleses presenta sus dos alas demolidas por las bombas. El Rey Jorge VI está preso en la Torre de Londres. Churchill ha sido fusilado y se cuenta que en último gesto de patriotismo formó la V con sus dedos delante del pelotón de ejecución. Enormes estandartes con esvásticas engalanan el Parlamento frente al Támesis. La Luftwaffe ha ganado la Batalla de Inglaterra y los alemanes ocupan Gran Bretaña.

Con ese escenario arrancó en la noche dominical «SS-GB», la nueva serie estrella de la BBC 1, basada en la distopía del mismo título que escribió el novelista Len Deighton en 1978. El primer capítulo, una trama detectivesca donde se investiga un asesinato, ha suscitado muchas críticas entre los espectadores británicos. Pero no por la hipótesis que planea, sino por los problemas para entender a los actores, que hablan con murmullos. No es un problema nuevo para la BBC, que ya ha recibido críticas de que series como «Quirke» o «Jamaica Inn» resultaban inaudibles y obligaba a activar los subtítulos para poder seguirlas.

Dada la obsesión con el Brexit que se vive en el Reino Unido, los críticos de televisión de los grandes periódicos no han podido evitar establecer una relación. «The Telegraph», el diario conservador forofo del Brexit, hace una desafortunada comparación entre los nazis y la Alemania actual y señala que «es un buen momento para que esta historia aparezca, cuando la pequeña Inglaterra acaba de repeler el poder de una UE teutónica». Por su parte, el cronista del laborista «The Guardian» escribe: «Parte de mí se pregunta si adaptar en este momento en la BBC la novela de 1978 no es propaganda inconsciente del Brexit, una alegoría de la dominación alemana de la que nos liberará el artículo 50 de May».

La fantasía que propone «SS-GB» dista de ser nueva, tanto en literatura como en televisión. El ejemplo más obvio es «The Man in the High Castle», la serie de Amazon basada en una novela del clásico Philip K. Dick. En este caso la ocupación ocurre en Estados Unidos, dividido entre el dominio japonés y nazi, ahora rivales. Por su parte, HBO ha rodado «Fatherland», la novela del inglés Richard Harris en que también los nazis han ganado la guerra. Hasta el venerable Philip Roth ha coqueteado con el tema en «Conjura contra América», de 2004, que está lejos de sus muchos libros brillantes.

La ambientación de la serie de la BBC es excelente y creíble. Un Londres de época bien logrado, con aire de cine negro de los años cuarenta. El guion presenta la garantía de la firma de Neil Purvis, que está tras las notables «Skyfall» y «Spectra», que recuperaron a un James Bond adulto.

La trama es policiaca. Un prestigioso inspector de Scotland Yard, Douglas Archer, que ha perdido a su mujer en los bombardeos nazis, acepta seguir trabajando bajo la nueva autoridad alemana, aunque no es nazi. Sin embargo, la investigación de un asesinato cambiará su escala de valores y le llevará a sopesar pasarse a la resistencia.

El detective inglés está encarnado por Sam Riley, un actor competente de 37 años, que en su día encarnó al cantante de Joy Division en el biopic de Anton Corbijn. Su único problema en la serie es que habla en susurros y no se le entiende. No falta por supuesto un nazi malísimo, casi de caricatura de película de Indiana Jones, el Dr. Oskar Huth, un adlátere de Himmler, enviado a Londres a dirigir la investigación en la que trabaja el inspector Archer. La serie se deja ver y la crítica británica le ha concedido de media cuatro estrellas sobre cinco.

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