Durante casi medio siglo, el filósofo Bernard-Henri Lévy ha sido uno de los intelectuales públicos más visibles de Francia. Es el filósofo c...
Durante casi medio siglo, el filósofo Bernard-Henri Lévy ha sido uno de los intelectuales públicos más visibles de Francia. Es el filósofo contemporáneo más famoso, provocador y venerado. Recientemente alabó en el dominical de su país, Journal du Dimanche, al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky: “Su humor, que no lo abandona ni aunque le lluevan los misiles”.
Zelenski le recuerda a otros luchadores por la libertad que el filósofo ha conocido, que “aprendieron a hacer la guerra sin amarla”. “Este hombre se ha convertido en la pesadilla de Putin. Si le enviamos las armas, aviones y defensas que tanto necesita, puede convertirse en el hombre que acabe con él”, añadió.
Por su parte, Aleksandr Dugin es un intelectual que se ha convertido en una de las grandes influencias de Vladimir Putin. David Von Drehle, en su columna para The Washington Post, describió que “la influencia intelectual de Dugin sobre el líder ruso es bien conocida por los estudiosos cercanos del periodo postsoviético, entre los que a veces se refiere a Dugin, de 60 años, como el ‘cerebro de Putin’. Su trabajo también es familiar para la ‘nueva derecha’ europea, de la que Dugin ha sido una figura destacada durante casi tres décadas, y para la ‘alt-right’ estadounidense”.
Durante los últimos 20 años, es quien creó los relatos necesarios para que el jefe de estado ruso pudiera solidificarse en el poder. Un libro de su autoría, publicado en 1997, titulado Los fundamentos de la geopolítica: El futuro geopolítico de Rusia, afirma: “Los agentes rusos deberían fomentar las divisiones raciales, religiosas y seccionales dentro de Estados Unidos mientras promueven las facciones aislacionistas de ese país. En Gran Bretaña, el esfuerzo de operaciones psicológicas debería centrarse en exacerbar las desavenencias históricas con la Europa continental y los movimientos separatistas en Escocia, Gales e Irlanda. Europa occidental, mientras tanto, debería ser atraída en dirección a Rusia por el atractivo de los recursos naturales: petróleo, gas y alimentos. La OTAN se derrumbaría desde dentro“.
Pero sus puntos de vista completamente diversos ya se enfrentaron tres años atrás.
Fue por invitacióin del Instituto Nexus, una de las organizaciones intelectuales más prestigiosas que mantienen vivo el espíritu del humanismo europeo, que celebró su 25º aniversario en octubre de 2019 con un simposio público, que abrió con un duelo intelectual entre los dos filósofos Bernard-Henri Lévy y Aleksandr Dugin.
Comienza el debate Dugin: “Creo que nos acercamos al final de la hegemonía occidental, del dominio estadounidense o del liberalismo global. Me gustaría preguntarle por qué sigue defendiendo este sistema cada vez más abiertamente nihilista, por qué lucha por esta modernidad decadente, en decadencia, y por qué invierte todo su poder intelectual para defenderla”.
“Lucho por la modernidad política, porque significa democracia, libertad, igualdad entre mujeres y hombres, laicismo, etc.”, contesta el francés. “Aunque la modernidad política probablemente esté en crisis, rechazo la idea de su decadencia irreversible y, peor aún, de su desaparición. Y lo rechazo porque creo firmemente que la supervivencia de la democracia liberal es una ventaja para el mundo entero”.
Lévy le dice que ambos piensan de manera opuesta en la mayoría de los temas. “Pero reconozco su importancia, al menos en la escena rusa. Por eso te leo atentamente. Y para mí, la personificación del nihilismo actual eres tú. Y tus amigos. Y la corriente euroasiática. Y el ambiente morboso que llena tus libros. Y la forma en que disuelve la idea misma de los derechos humanos, de las libertades personales, de las singularidades, en algunos grandes bloques de comunidad, grandes religiones, orígenes sagrados”.
“Desafío que el sujeto de la libertad sea el individuo”, contesta Dugin. “Por ejemplo, en nuestra tradición rusa, el sujeto de la libertad o el sujeto humano no es individual, es colectivo. Y eso fue en la época de los zares, eso lo definió la iglesia, después el comunismo. Pero la identidad colectiva siempre fue dominante en nuestra cultura. (...) Solo cuestiono que la única forma de interpretar la democracia es como el gobierno de las minorías contra la mayoría, que la única forma de interpretar la libertad es como la libertad individual, y que la única forma de interpretar los derechos humanos es proyectando un estilo moderno, occidental, versión individualista de lo que significa ser humano en otras culturas”.
Pero Lévy lo contradice: “Soy lo suficientemente amigo de Rusia para saber que lo que acabas de decir sobre el lugar de la subjetividad en la tradición rusa no es cierto. También tienes la tradición de Herzen, de Pushkin, de Turgenev, una parte de Sacharov, toda la gloriosa tradición de los disidentes que lucharon contra el totalitarismo de la Unión Soviética, y que libraron esta lucha en nombre de la individualidad, los derechos del sujeto y los derechos humanos. Ahora bien, ¿qué es la democracia? Es el gobierno de la mayoría y también el gobierno de la minoría. Es una arquitectura muy compleja, que evoluciona a lo largo del tiempo, que se enriquece, y la diferencia entre la democracia y todo tipo de autoritarismo, incluido el de Putin en Rusia hoy”.
Zelenski le recuerda a otros luchadores por la libertad que el filósofo ha conocido, que “aprendieron a hacer la guerra sin amarla”. “Este hombre se ha convertido en la pesadilla de Putin. Si le enviamos las armas, aviones y defensas que tanto necesita, puede convertirse en el hombre que acabe con él”, añadió.
Por su parte, Aleksandr Dugin es un intelectual que se ha convertido en una de las grandes influencias de Vladimir Putin. David Von Drehle, en su columna para The Washington Post, describió que “la influencia intelectual de Dugin sobre el líder ruso es bien conocida por los estudiosos cercanos del periodo postsoviético, entre los que a veces se refiere a Dugin, de 60 años, como el ‘cerebro de Putin’. Su trabajo también es familiar para la ‘nueva derecha’ europea, de la que Dugin ha sido una figura destacada durante casi tres décadas, y para la ‘alt-right’ estadounidense”.
Durante los últimos 20 años, es quien creó los relatos necesarios para que el jefe de estado ruso pudiera solidificarse en el poder. Un libro de su autoría, publicado en 1997, titulado Los fundamentos de la geopolítica: El futuro geopolítico de Rusia, afirma: “Los agentes rusos deberían fomentar las divisiones raciales, religiosas y seccionales dentro de Estados Unidos mientras promueven las facciones aislacionistas de ese país. En Gran Bretaña, el esfuerzo de operaciones psicológicas debería centrarse en exacerbar las desavenencias históricas con la Europa continental y los movimientos separatistas en Escocia, Gales e Irlanda. Europa occidental, mientras tanto, debería ser atraída en dirección a Rusia por el atractivo de los recursos naturales: petróleo, gas y alimentos. La OTAN se derrumbaría desde dentro“.
Pero sus puntos de vista completamente diversos ya se enfrentaron tres años atrás.
Fue por invitacióin del Instituto Nexus, una de las organizaciones intelectuales más prestigiosas que mantienen vivo el espíritu del humanismo europeo, que celebró su 25º aniversario en octubre de 2019 con un simposio público, que abrió con un duelo intelectual entre los dos filósofos Bernard-Henri Lévy y Aleksandr Dugin.
Comienza el debate Dugin: “Creo que nos acercamos al final de la hegemonía occidental, del dominio estadounidense o del liberalismo global. Me gustaría preguntarle por qué sigue defendiendo este sistema cada vez más abiertamente nihilista, por qué lucha por esta modernidad decadente, en decadencia, y por qué invierte todo su poder intelectual para defenderla”.
“Lucho por la modernidad política, porque significa democracia, libertad, igualdad entre mujeres y hombres, laicismo, etc.”, contesta el francés. “Aunque la modernidad política probablemente esté en crisis, rechazo la idea de su decadencia irreversible y, peor aún, de su desaparición. Y lo rechazo porque creo firmemente que la supervivencia de la democracia liberal es una ventaja para el mundo entero”.
Lévy le dice que ambos piensan de manera opuesta en la mayoría de los temas. “Pero reconozco su importancia, al menos en la escena rusa. Por eso te leo atentamente. Y para mí, la personificación del nihilismo actual eres tú. Y tus amigos. Y la corriente euroasiática. Y el ambiente morboso que llena tus libros. Y la forma en que disuelve la idea misma de los derechos humanos, de las libertades personales, de las singularidades, en algunos grandes bloques de comunidad, grandes religiones, orígenes sagrados”.
“Desafío que el sujeto de la libertad sea el individuo”, contesta Dugin. “Por ejemplo, en nuestra tradición rusa, el sujeto de la libertad o el sujeto humano no es individual, es colectivo. Y eso fue en la época de los zares, eso lo definió la iglesia, después el comunismo. Pero la identidad colectiva siempre fue dominante en nuestra cultura. (...) Solo cuestiono que la única forma de interpretar la democracia es como el gobierno de las minorías contra la mayoría, que la única forma de interpretar la libertad es como la libertad individual, y que la única forma de interpretar los derechos humanos es proyectando un estilo moderno, occidental, versión individualista de lo que significa ser humano en otras culturas”.
Pero Lévy lo contradice: “Soy lo suficientemente amigo de Rusia para saber que lo que acabas de decir sobre el lugar de la subjetividad en la tradición rusa no es cierto. También tienes la tradición de Herzen, de Pushkin, de Turgenev, una parte de Sacharov, toda la gloriosa tradición de los disidentes que lucharon contra el totalitarismo de la Unión Soviética, y que libraron esta lucha en nombre de la individualidad, los derechos del sujeto y los derechos humanos. Ahora bien, ¿qué es la democracia? Es el gobierno de la mayoría y también el gobierno de la minoría. Es una arquitectura muy compleja, que evoluciona a lo largo del tiempo, que se enriquece, y la diferencia entre la democracia y todo tipo de autoritarismo, incluido el de Putin en Rusia hoy”.
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