Dejó el Hotel O'Higgins nervioso, pero acompañado de su decena de colaboradores y amigos que lo ayudan en su show. Así llegó Edo Ca...
Dejó el Hotel O'Higgins nervioso, pero acompañado de su decena de colaboradores y amigos que lo ayudan en su show. Así llegó Edo Caroe a la Quinta Vergara, inundada de fans sub 50 con pancartas y cintillos de Marco Antonio Solís, y otras más de Ricardo Montaner.
Casi a la medianoche, el mexicano bajaba del escenario, con sus dos gaviotas y en medio de una pifiadera.
Luego de los comerciales, las 'damitas' de Solís (como las llama el
cantante) miraron el video con que partía el show del temucano, y donde
recibía consejos del mismísimo Coco Legrand.
Pero el primero en aparecer en escena fue Oscarito,
su compañero recurrente, imitando a Legrand. Fue él quien se ganó la
atención de la gente para luego dar paso a Caroe.
Luego el mérito sería
de él mismo, con una ágil rutina de chistes ácidos, contingencia y una
extensa crítica hacia la clase política, de derecha a izquierda, casos
Corpesca, Soquimich y demases. Su talento hizo que ocurriera lo que hace
tiempo no se veía en la Quinta Vergara: los espontáneos gritos del monstruo pidiendo la gaviota de plata en la mitad de su rutina.
"Fue un corte porque la gente sintió la necesidad de darme la gaviota. Y se alargó", dijo Caroe tras bajar del escenario, alzando los trofeos de plata y oro.
A su juicio, ese corte para darle los premios hizo que su rutina no se emitiera como se había ensayado.
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