La aparición de una nueva galería especializada en la obra del pintor abre la discusión sobre la comercialización de su trabajo en el país. La tendencia es una amplia oferta en grabados, casi nula en pintura y la amenaza constante de piezas falsas que desprestigian el circuito local.
Era 1995 y Chile recién se ponía al día con la obra de
Roberto Matta (1911-2001): una muestra de pinturas en la galería Tomás
Andreu marcaba su vuelta simbólica al país. Habían pasado cinco años
desde que se le otorgara el Premio Nacional de Arte, el cual no quiso
recibir personalmente: “¿Para qué me lo dan?”, le dijo el artista al
entonces Ministro de Educación Ricardo Lagos cuando éste le dio la
noticia del galardón. “No, por favor, no me hagan viajar. Los aviones y
los cambios de horarios son fatales para mí”, agregó. Matta, tenía 79
años y llevaba 18 años desaparecido de la escena chilena: en 1972
realizó su último viaje al país, en un claro gesto de apoyo al gobierno
de Salvador Allende, pero en 1974 su pasaporte fue requisado. Nunca más
volvería, pero sus cuadros sí lo harían.
El galerista Tomás Andreu fue el primero en traer obra
valiosa y actualizada al país: se trató de una selección de dibujos y
pinturas que iban de 1938 a 1994, prestadas por el coleccionista de
EEUU, experto en arte latinoamericano, Gary Nader. Sólo era exhibición,
nada de eso estaba a la venta. “De ahí en adelante hubo más
exposiciones, Artespacio, galería Isabel Aninat, Patricia Ready y Ana
María Stagno trajeron muestras de Matta, pero la mayoría posterior a los
años 80. Queríamos todo de Matta, pero ya era muy tarde”, recuerda
Andreu.
Ya en 1957, el MoMA de Nueva York le dedicó a Matta su primera gran
retrospectiva, y luego en 1987 fue el turno del Centro Georges Pompidou
de París. Para ese entonces, Matta era uno de los artistas
latinoamericanos más influyentes. Se codeó con Picasso y Miró en París,
en Nueva York fue uno de los referentes del expresionismo abstracto y en
Tarquinia, la ciudad italiana de su última residencia, dio rienda
suelta a su interés por rescatar la iconografía de los pueblos
originarios.
En Chile, sin embargo, los ojos hacia el talento de Matta se
volvieron recién en los años 90, cuando ya sus obras más importantes
habían encontrado destino en las colecciones privadas y públicas más
prestigiosas del mundo. Según Andreu, por ejemplo, existe un valioso
óleo en Chile de los años 40 perteneciente a la familia Prat, de la que
Matta era pariente. “Matta le enviaba obra a su hermano Mario para que
vendiera acá, pero nadie se interesaba. Su primo Arturo Prat Echaurren
compró una pintura de los 40 que estuvo por años acumulando polvo
apilada detrás de unos muebles. Conseguir hoy uno de esos Mattas es
difícil, y en Chile imposible”, cuenta Andreu.
Para Inés Ortega-Márquez, una de las expertas en la obra del artista,
quien en 2011 estuvo a cargo de la muestra Matta 100 en el Centro
Cultural La Moneda, en Chile “hay importantes obras patrimoniales de
etapas muy cotizadas, pero obviamente, hay mucho más afuera. En Chile
echo en falta una política de adquisiciones museística acorde, una
visión tributaria que incentive el mercado del arte y que no lo
penalice, y una ley de mecenazgo que permita al coleccionista
incrementar su colección contribuyendo así a la riqueza patrimonial del
país”. Esta curadora logró exhibir en Chile obras de importantes
colecciones como el Museo Reina Sofía de Madrid, la Tate de Londres, de
Mrs Todd Fiji y por supuesto de los herederos de Matta.
Pero si el tema es coleccionar ¿Dónde es posible comprar obra de
Matta en Chile? Sin ir más lejos, hoy y mañana se abre una venta en la
galería Icono, abierta hace sólo un año en el sector de Alonso de
Córdova, con la impronta de ser la única especializada en Matta del
país. Lo cierto es que el espacio, propiedad del empresario Marcelo
Villela, sólo vende grabados del artista, litografías y aguafuertes
que van desde $ 700.000. Los carborundum, que son grabados intervenidos a
mano por el artista llegan hasta $11.000.000. “Hace más de una década
que colecciono obra de Matta. Abrí la galería sin saber mucho de cómo
funciona el negocio y me he encontrado con mucho recelo y desconfianza,
pero puedo asegurar que toda la obra que tengo en mi galería es
legítima”, dice Villela.
Uno de sus compradores ha sido el coleccionista y productor musical,
Enrique Inda quien se especializa en obra gráfica producida por Matta
entre 1943 y 1968. Posee más de 200 piezas. “Me parece interesante una
galería especializada en Matta y cuando fui me pareció todo en orden. Lo
que pasa es que en los últimos años ha habido gran movimiento de obras
falsas, sobre todo de pintura que es lo más caro, pero no de grabado”,
dice Inda.
Otras galerías que comercializan obras confiables en Chile son
galería Isabel Aninat, AMS Marlborough, galería Prima y MUTT. Sin
embargo, muchos rumores hablan de obras falsas del artista dando vueltas
cada vez con mayor frecuencia.
Pinturas falsas
Las alarmas se encendieron en 2011, para el centenario de Matta: su
hijo menor, Ramuntcho fue quien realizó las primeras denuncias de obras
falsas a la PDI, luego de que un par de personas le solicitara extender
unos certificados de obras de dudosa procedencia. A través de la Bridepi
(Brigada Investigadora de Delitos de Propiedad Intelectual), creada en
2008, se incautaron las obras, correspondientes a las colecciones de
Luis Paredes y de Jorge Gras. En el caso de este último, las habría
heredado de su padre, Fernando Gras, amigo de Matta, e incluso uno de
esos óleos habría llegado a decorar el despacho del ex Presidente
Sebastián Piñera.
Hoy, la Bridepi mantiene ocho pinturas decomisadas en la fiscalía
Centro Norte: todas son falsas. “Cotejamos distintos antecedentes,
hicimos entrevistas, consultamos a expertos e hicimos pericias químicas,
como estudios de fluorescencia, que nos arrojaron que las obras se
hicieron en los últimos años. El problema es que el origen de las obras
no se ha podido detectar. No existen imputados”, dice el subcomisario
Rodrigo Barros, investigador de la causa.
Lo cierto es que el mercado de óleos de Matta en Chile es escaso y lo
más confiable es acudir a casas de subastas como Christie’s o
Sotheby’s, o a galerías establecidas en el extranjero. “El tema de las
obras falsas de mi padre es complejo. Se vendieron muchas durante el
periodo de Pinochet y estas siguen bajo una red de protección. Un 60% de
los falsos que hay son hechos en Chile, eso es un gran problema”,
asegura Ramuntcho Matta desde París. “Yo y mi hermano Pablo Echaurren
somos los que emitimos los certificados de autenticidad. En cuanto a los
expertos de Matta está Marine Nedelec en Francia, Claudia Salaris en
Italia y Martica Sawin en EE.UU. En Chile trabajo con Ana María Stagno”
agrega el artista y músico.
Según Inés Ortega-Márquez, el período mejor cotizado de Matta es el
de Nueva York, es decir el surrealista y el del expresionismo abstracto.
“Personalmente lo extiendo hasta las primeras pinturas de postguerra.
En general las mejores pueden superar el millón de dólares y sólo unas
pocas supera los US$3 y US$5 millones”, dice la española. Ese fue el
caso del óleo La revolución de los contrarios (1943-1944), subastada por
Christie’s Nueva York, en US$ 5.510.000, marcando el récord del artista
en 2012.
Para Tomás Andreu está claro: si eres amante de Roberto Matta y
quieres adquirir una pintura lo más seguro es ir a una de estas subastas
en Nueva York. “Si eres capaz de comprarte un Matta, también puedes
pagarte un pasaje en avión y es lo más confiable. Por otro lado si no
sabes distinguir un falso de un verdadero para qué quieres tener uno.
Quien compra un Matta falso es porque se lo merece, las falsificaciones
de Matta son realmente muy burdas”, remata.
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