Los números no son buenos, pero ayer Unifrance, el organismo
estatal que promociona el cine francés en el extranjero, mostró en un
acto presidido por el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius,
que sabe por dónde buscar nuevos clientes.
En 2014 el cine francés
vendió 106 millones de entradas fuera de sus fronteras por valor de 600
millones de euros, lo que supone, en ambas cifras, un 12% menos que en
2014. Para comparar, en Francia el cine local vendió 72,5 millones de
entradas.
Sin embargo, la industria cinematográfica francesa parece
tranquila: porque siguen, por segundo año, ganando más dinero fuera que
en su país y porque ya se han recuperado del batacazo de 2013, provocado
por el espejismo de 2012, año en que se vendió por todo el mundo Intocable,
lo que catapultó su taquilla extranjera a 144,1 millones de entradas
colocadas en el extranjero (81,4 millones en su país). En 2013, si en
Francia cayó su propio público hasta 64,6 millones de espectadores,
fuera fue aún peor, con 50,6 millones (el peor resultado de la década).
Llegó Luc Besson con Lucy
y hubo un alivio generalizado: 2014 acabó con 120,2 millones de
espectadores extranjeros por los 91,3 millones locales. Y en 2015 ha
llegado ese 12% de descenso.
El cine francés se ha enganchado al tirón de V3nganza (Taken 3),
que ha recaudado fuera de su país de producción 261,7 millones de
euros. Sí, es en inglés, porque de la recaudación total francesa fuera
de sus fronteras el 40% (la media de la década es un 44%) fue con
películas en francés, el resto, filmes rodados en inglés. Las dos
siguientes más taquilleras también tuvieron el inglés como idioma
original: El principito y Transporter Legacy.
elpais
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