Nadie está exento de recibir un fraude, y sobre todo las empresas que son las que suelen sufrir delitos económicos o hackeos de informac...
Nadie está exento de recibir un fraude, y
sobre todo las empresas que son las que suelen sufrir delitos económicos o
hackeos de información. Sucede que, en la actualidad, las empresas comenzaron a
invertir en sistemas de seguridad para evitar este tipo de problemas. Las
nuevas tecnologías permiten establecer sistemas muy completos y seguros para
eliminar y despejar cualquier tipo de posibilidad de fraude.
Datos útiles
Un estudio realizado sobre los fraudes y
delitos económicos determinó que el pasado 2018 más de la mitad de las empresas
españolas sufrieron o vivieron fraudes tanto externos, como desde el interior
de la mismas. Y cuando nos referimos al interior de ellas, hacemos referencia a
sus mismos empleados. A partir de esta situación, las empresas y compañías
debieron comenzar a reforzar la seguridad, a través de la implantación de
sistemas de análisis para controlar los comportamientos y movimientos de los
ordenadores y demás dispositivos conectados en sus redes. Es que los estudios
ha arrojado que casi la totalidad de los intentos de delitos económicos, son provenientes de los mismísimos empleados, situación que preocupa intensamente en las compañías.
¿Por qué las personas cometen fraudes?
El criminólogo y sociólogo Donald Cressey,
estableció una teoría acerca de por qué las personas cometen este tipo de delitos,
denominada “el triángulo del fraude”. Cada uno de los tres lados del triángulo,
contiene un aspecto especial. El primer vértice tiene que ver con que, la
persona que comete el delito percibe una necesidad urgente que tiene que
resolver. En general suele ser una necesidad económica, o la posesión de una
deuda muy grande que no le permite pensar en otro remedio que no sea el de la
estafa. El segundo vértice tiene que ver con la oportunidad. Es decir, que la
persona encuentra todas las condiciones favorables en su entorno para cometer
el delito. En este caso, puede que el trabajador se haya ganado la confianza
dentro de su empresa, y aproveche este escenario para manejarse libremente y
cometer el fraude. Por último, el tercer y más importante vértice del triángulo
tiene que ver con la racionalización. Cualquiera pensaría
que quienes cometen las estafas son personas muy conscientes de lo que están
haciendo. Sin embargo, Cressey afirma que los estafadores siempre se perciben a
sí mismos como personas honestas, y que incluso tienen derecho de hacer lo que
hacen.
Los expertos afirman que este tipo de
defraudadores son personas que nunca han cometido delitos anteriormente, pero
que en estos casos consideran que las empresas a las les roban les debe algo.
Incluso suelen justificar su accionar a raíz de sus necesidades o de sus
urgencias personales y familiares.
Soluciones
Frente a estas personalidades, y la
recurrencia de los fraudes y delitos económicos en las empresas españolas, se
han debido incorporar nuevas tecnologías de seguridad. A través de sistemas de identificación y algoritmos de inteligencia
artificial, las empresas pueden localizar falsificaciones y controlar cualquier
movimiento dudoso dentro de sus redes.
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