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El conflicto minero en Bolivia, suspendido tras el asesinato de un viceministro

El repliegue minero disipó el temor, provocado por el asesinato de Rodolfo Illanes, de una escalada mayor de la violencia del conflicto

Horas despuĆ©s del linchamiento del viceministro Rodolfo Illanes en un punto de bloqueo, los mineros bolivianos “cooperativistas” decidieron suspender su protesta, abandonar las carreteras que tenĆ­an cerradas y volver a los poblados en los que viven, emplazados a lo largo de la Cordillera de los Andes. El conflicto que estos dĆ­as se habĆ­a planteado entre ellos y el Gobierno por el control de los minerales permanece sin solución.

El repliegue minero disipó el temor, provocado por el asesinato de Illanes, de una escalada mayor de la violencia del conflicto, que ya se ha llevado las vidas de este funcionario y de tres manifestantes. También fueron golpeados decenas de policías y detenidos cientos de trabajadores.

Los mineros tienen una larga tradición en la lucha social, poseen explosivos y los usan, y muestran una temeridad contra la PolicĆ­a que en el pasado los convirtió en los “hĆ©roes” del movimiento popular, pero que con el asesinato de Illanes los ha puesto en una situación difĆ­cil.
 
 Aunque la captura de autoridades como “rehenes” no es infrecuente en la lucha social boliviana, que una de ellas pierda la vida en el hecho es algo que no se veĆ­a desde los aƱos 40. El presidente Evo Morales dijo que el asesinato es “imperdonable” y declaró tres dĆ­as de duelo. La oposición condenó lo sucedido. Las redes sociales estĆ”n llenas de homenajes al viceministro caĆ­do en cumplimiento de su deber: su trabajo era manejar los conflictos polĆ­ticos del gobierno.

Los mineros que acaban de replegarse son “cooperativistas”, esto es, formalmente no trabajan para ningĆŗn patrón, ni para el Estado, ni para las grandes empresas privadas, sino para ellos mismos. 
 
Existen alrededor de 1.700 cooperativas mineras en el paĆ­s, todas ellas concesionarias de yacimientos minerales. 
 
Se supone que su labor es de subsistencia, pero en los Ćŗltimos aƱos, con el boom de los precios, varias de ellas se han convertido en empresas privadas ilegales, en las que un grupo “fundador” explota a decenas de trabajadores “nuevos”, quienes a duras penas reciben el jornal mĆ­nimo por una labor muy peligrosa. 
 
Estas “cooperativas” carecen de seguridad social y operan sin licencia ambiental. Por eso sus “fundadores” se oponen a la idea de que se creen sindicatos en su seno, innovación que el gobierno quiso aplicar, pero finalmente descartó.
 
elpais

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