Puede sonar cliché, pero la vida de la cantante chilena María Esther Aldunate del Campo, más conocida como Rosita Serrano, fue una montañ...
Puede sonar cliché, pero la vida de la cantante chilena María Esther Aldunate del Campo, más conocida como Rosita Serrano, fue una montaña rusa de emociones.
La diva chilena lo tuvo todo: amor, admiración, dinero y éxito, pero para el ocaso de su vida se quedó sin nada.
Su altísima y aterciopelada voz enloqueció a millones de europeos, especialmente a alemanes y altos jerarcas nazis.
Rosita recibió la manifiesta admiración de Adolfo Hitler, Hermann Göring y Joseph Goebbels, quienes no dejaban de elogiar el talento de la chilena.
Era la década del '30 y todos hablaban de una mujer de un metro ochenta de altura, grandes ojos verdes y cabellera castaña muy arreglada.
El "ruiseñor chileno" (Der chilenische Nachtigall), como le apodaron los alemanes por sus particulares silbidos al cantar, llegó a ser tan famosa como las artistas germanas Zarah Leander y Marlene Dietrich.
"Tenía un don sobrenatural, pero además de ese don, lo más espectacular era su creatividad… era como alguien que se pone a bailar, ¡pero ella lo hacía con su voz!", le cuenta a BBC Mundo Isabel Aldunate, sobrina de la cantante.
Y seguramente también ayudó que fuera incluida por el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels en el programa "Kraft durch Freude", un sistema que quería organizar todo el tiempo libre de los ciudadanos alemanes.
En la sangre
La joven veinteañera llegó a Berlín con una maleta repleta no solo de ropajes, medias y maquillaje, sino también de sueños.
En la capital alemana esperaba concretar su gran anhelo: ¡cantar, cantar y cantar!
Nacida en la ciudad de Quilpué, llegó a Alemania no solo para interpretar clásicos como Roter Mohn, Schön die Musik o Küß mich, bitte, bitte, küß mich, entre un interminable listado de temas, sino también para poder estar con su madre.
La soprano chilena Sofía del Campo, mamá de Rosita, se había casado en segundas nupcias con un millonario empresario de apellido Salvaj, quien vivía en Berlín, y además se encontraba ligado al Régimen de Adolfo Hitler.
La familia de Rosita tenía tradición musical. Llevaba "die Musik im Blut!" (la música en la sangre), le decía constantemente a medios de comunicación germanos.
Sofía del Campo entre los años 1916 y 1930 hizo carrera como cantante de ópera en Estados Unidos y en algunos países de Europa.
Su abuela también fue una virtuosa pianista, y su bisabuelo, un fabricante de instrumentos. Hoy, una de sus sobrinas, Isabel Aldunate, es también una connotada cantante.
La diva chilena lo tuvo todo: amor, admiración, dinero y éxito, pero para el ocaso de su vida se quedó sin nada.
Su altísima y aterciopelada voz enloqueció a millones de europeos, especialmente a alemanes y altos jerarcas nazis.
Rosita recibió la manifiesta admiración de Adolfo Hitler, Hermann Göring y Joseph Goebbels, quienes no dejaban de elogiar el talento de la chilena.
Era la década del '30 y todos hablaban de una mujer de un metro ochenta de altura, grandes ojos verdes y cabellera castaña muy arreglada.
El "ruiseñor chileno" (Der chilenische Nachtigall), como le apodaron los alemanes por sus particulares silbidos al cantar, llegó a ser tan famosa como las artistas germanas Zarah Leander y Marlene Dietrich.
"Tenía un don sobrenatural, pero además de ese don, lo más espectacular era su creatividad… era como alguien que se pone a bailar, ¡pero ella lo hacía con su voz!", le cuenta a BBC Mundo Isabel Aldunate, sobrina de la cantante.
Y seguramente también ayudó que fuera incluida por el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels en el programa "Kraft durch Freude", un sistema que quería organizar todo el tiempo libre de los ciudadanos alemanes.
En la sangre
La joven veinteañera llegó a Berlín con una maleta repleta no solo de ropajes, medias y maquillaje, sino también de sueños.
En la capital alemana esperaba concretar su gran anhelo: ¡cantar, cantar y cantar!
Nacida en la ciudad de Quilpué, llegó a Alemania no solo para interpretar clásicos como Roter Mohn, Schön die Musik o Küß mich, bitte, bitte, küß mich, entre un interminable listado de temas, sino también para poder estar con su madre.
La soprano chilena Sofía del Campo, mamá de Rosita, se había casado en segundas nupcias con un millonario empresario de apellido Salvaj, quien vivía en Berlín, y además se encontraba ligado al Régimen de Adolfo Hitler.
La familia de Rosita tenía tradición musical. Llevaba "die Musik im Blut!" (la música en la sangre), le decía constantemente a medios de comunicación germanos.
Sofía del Campo entre los años 1916 y 1930 hizo carrera como cantante de ópera en Estados Unidos y en algunos países de Europa.
Su abuela también fue una virtuosa pianista, y su bisabuelo, un fabricante de instrumentos. Hoy, una de sus sobrinas, Isabel Aldunate, es también una connotada cantante.
Llegan los aplausos
En Alemania, Rosita estaba convencida de que con su talento cautivaría. Sólo con su voz y la guitarra, se presentó en la compañía disquera alemana Telefunken.
Encantados con su energía, el sello la convirtió rápidamente en una de sus principales estrellas. Con Telefunken produjo alrededor de 81 temas, todos grabados en Alemania y Suecia.
bbc
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