
El presidente venezolano, Nicolás Maduro,
ha pedido la renuncia del gabinete ministerial en pleno. La medida es
parte de una serie de gestos con los que el líder de la revolución
bolivariana intenta recobrar la iniciativa tras el duro correctivo de
las elecciones parlamentarias del domingo.
En la acostumbrada emisión de su programa semanal, En contacto con Maduro, el mandatario declaró la guerra institucional a la Asamblea Nacional que apenas se instalará a comienzos de enero y que contará con la mayoría absoluta (dos tercios) de la oposición.
“A
cada medida que tome la Asamblea le tendremos una reacción,
constitucional, revolucionaria y, sobre todo, socialista”, advirtió. La
primera de ellas, dijo, es que vetará la ley de aministía para liberar a
los presos políticos que la oposición ha dicho que aprobará nada más
configurarse la nueva Asamblea.
Como muestra de lo que viene, Maduro adelantó que el sábado
promulgará una ley de estabilidad laboral para proteger a los empleados y
funcionarios del Estado durante tres años. También otorgó en comodato
por dos siglos las instalaciones del Cuartel de la Montaña
–antiguo Museo Histórico Militar de La Planicie, al noroeste de
Caracas- a la Fundación Hugo Chávez, que preside la hija mayor del
desaparecido comandante, Rosa Virginia Chávez. En el lugar reposan desde
2013 los restos del líder revolucionario, que el oficialismo teme que
el nuevo legislativo ordene remover.
También Maduro, junto al número dos del chavismo y presidente de la
actual Asamblea, Diosdado Cabello, dejó saber que el parlamento en
funciones, dominado por el oficialismo, se apresurará en nombrar antes
del próximo fin de la legislatura a los magistrados para doce cargos
vacantes en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Según ha trascendido
en medios políticos, el chavismo se apresta a usar a la máxima corte
como frente de contención contra los mandatos de la nueva asamblea. La
apuesta será por la crisis institucional y la confrontación. “No tengo
dudas de que estaremos juramentando a los nuevos magistrados antes de
finales de año”, dijo Cabello ante la mirada aprobadora del presidente.
Como primera autoridad del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV),
Maduro también ha convocado a los 980 delegados de la formación
gubernamental a una reunión extraordinaria en Caracas mañana jueves “y
si es necesario, el viernes” con el fin de afinar estrategias “para la
nueva etapa que viene” tras el abrumador triunfo opositor en las
elecciones parlamentarias. Maduro busca controlar los daños a su
liderazgo interno e insiste en que la derrota responde a los efectos de
una guerra económica contra el chavismo.
“Hay que ser autocríticos”, exhortó a sus compañeros el lunes en una
reunión con gobernadores de provincias y diputados recién electos en el
Palacio de Miraflores. “Pero que no sea para autoflagelarse, para la
catarsis, sino para la acción”, añadió.
Durante la transmisión televisada del martes en la noche, desde el
Cuartel de la Montaña, Maduro insistió en recordar que hace tres años,
en una fecha igual, el comandante Chávez, que entraba en la etapa final
de su agonía por un cáncer que finalmente le costó la vida, lo nombró
como sucesor. Criticó a los electores de clase popular que el domingo
votaron por la oposición: “Ustedes votaron contra ustedes mismos”, les
recriminó, “yo quería construir 500.000 viviendas el próximo año,
entregar 100.000 taxis comprados a China, pero ahora tengo dudas de que
lo pueda hacer con una asamblea dominada por el fascismo; yo les pedí el
apoyo y no me lo dieron”.
Tras la derrota, el chavismo, que no está acostumbrado a la
convivencia con adversarios en mayoría, se ha mostrado escasamente
conciliador. El propio presidente Maduro, que al votar el domingo había
anunciado la disposición a reunirse con los diputados recién electos
para identificar “puntos de encuentro”, ha puesto empeño desde el lunes
en caracterizar a la nueva fracción parlamentaria de oposición como
punta de lanza de una ofensiva “de la contrarrevolución”. En su
intervención del lunes, Maduro alertó que, todavía sin haber tomado
posesión de sus escaños, la nueva bancada de oposición pretende derogar
leyes que el mandatario considera de “protección al pueblo”, como la
llamada de “precios justos”.
Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador y jefe del comando
de la campaña electoral chavista, derrotado, también advirtió en rueda
de prensa el lunes en la tarde: “Nos mantendremos en la calle
defendiéndolos a ustedes [los votantes chavistas] y defendiendo la
revolución”. Aconsejó a la vez a los opositores que “administren bien su
victoria, hay un pueblo en la calle”.
fuente: elpais.com
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