Por el derecho a no estar de acuerdo
La mañana del 11 de septiembre de 1973 el Bando Nº1 ordenó a los medios adictos a la Unidad Popular suspender sus actividades informativas clausurándolos, confiscando sus bienes, deteniendo y exiliando a sus funcionarios, fue así como El Siglo, Clarín, Puro Chile, Las Noticias de Ultima Hora, Punto Final y El Rebelde salieron de circulación o entraron al circuito clandestino. Los medios autorizados comenzaron a funcionar bajo censura previa e intervención y manipulación de sus contenidos.
A mediados de los setenta comenzaron a aparecer los primeros medios escritos opositores al régimen, APSI, Hoy y Análisis. De estos, los dos últimos debieron buscar la autorización de la autoridad militar de la plaza, la cual, según el Bando Nº107 del 11 marzo de 1977, tenía la facultad de autorizar la apertura de un nuevo medio de comunicación. Mantener un sistema estable de impresión, distribución y financiamiento era muy difícil en este contexto para los medios alternativos, quienes casi no tenían avisadores y dependían de créditos o apoyo externo.
El ambiente político del país convirtió en un desafío mantener en funcionamiento las nuevas publicaciones, las cuales debieron sortear la censura previa de noticias y opiniones, el embargo de publicaciones, intimidación, cierre y amenazas sobre la integridad física.
La primera motivación fue denunciar las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron durante los primeros años de dictadura y poner en el debate público la bandera de la libertad de prensa. Junto con los medios de carácter político estas causas fueron apoyadas por publicaciones ligadas a la Iglesia Católica como la revista Mensaje, fundada por Alberto Hurtado, Solidaridad, nacida en 1976 y dependiente de la Vicaría de la Solidaridad, y la Revista Chilena de Derechos Humanos, del programa del mismo nombre de la Academia de Humanismo Cristiano.
El año 1983 dio inicio a las primeras jornadas de protestas producto de la crisis económica que afectó a la economía nacional, comenzó a articularse la oposición y a movilizarse las organizaciones sociales. En este contexto, los medios de oposición enfrentaron los más graves obstáculos legales contra la realización de su actividad periodística. En noviembre de ese año apareció la revista Cauce.
El año 1984 vio nacer el primer diario de oposición, Fortín Mapocho y la primera producción informativa audiovisual, Teleanálisis. Luego, en 1987, fue el turno del diario La Época.
Bajo la censura también cayeron revistas literarias y musicales como La Bicicleta y Pluma y Pincel, nacidas bajo el alero del fuerte movimiento cultural que intentaba desarrollarse en las universidades como alternativa de expresión frente a la ilegalidad de la militancia política.
La venida del Papa en 1987 dio pie para que muchos medios tocaran temas relacionados con la política chilena, preparándose para lo que sería el plebiscito de 1988. El triunfo del NO marcó una nueva etapa para las publicaciones de oposición, las cuales, recuperada la democracia, abarcarían nuevos contenidos y desafíos que deberán superar entrando al juego del mercado y desprendiéndose de la cooperación internacional.
Estas publicaciones, que llegaron a vender en su conjunto 100 mil ejemplares, debieron en la década de los 90 cerrar sus puertas debido a serios problemas de financiamiento.
FUENTE: MEMORIA CHILENA ®. Todos los Derechos Reservados
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